martes, 4 de octubre de 2011

TU VIDA ES IMPORTANTE, LA SUYA TAMBIÉN

Las prisas, el trabajo, o la falta del mismo, el estrés y las preocupaciones, ese hijo tuyo que te trae de cabeza, porque ha suspendido tres o cuatro asignaturas, o el que va detrás contigo en el coche y no para de pedirte cosas durante todo el trayecto, la radio, que a mitad de camino se desintoniza, y encima tu móvil, que lleva un rato sonando. Además, te has tomado dos o tres cervezas, pero eso no es nada, y todavía puedes conducir perfectamente…
Todos estos factores son solo algunos de los estresantes que se presentan cuando hay un accidente de tráfico, en el que, a menudo, vemos implicadas a terceras personas, a las que no conocemos y a las que, sin embargo, les hemos cambiado la vida para siempre.


A veces, el estrés o incluso la falta de interés en lo que hacemos, pueden provocarnos un grave despiste, lo que puede tener una consecuencia mucho peor de lo que solemos pensar. Vemos los accidentes cada día en la tele, pero pensamos “eso no me va a pasar a mí”.
Sin embargo, si nos tocan el bolsillo, tal vez solo entonces, pongamos remedio a esta situación, y no por estar concienciados, lo que es algo que me parece muy triste. Nadie piensa, “voy a respetar las señales porque si no hay una posibilidad, aunque pequeña, de que atropelle a un viandante”, en cambio, sí solemos reducir la velocidad cuando vemos la señalización de un radar, o cuando pasamos por una zona en la que habitualmente suele ponerse la policía o la guardia civil.
¿A que sí? , ¿A que tú también lo has hecho?
Lo mismo ocurre con el cinturón. Son muchos los que no se lo ponen hasta que no han entrado en la carretera, otros ni siquiera entonces. A menudo es el acompañante quien te lo recuerda, porque cuando vas solo/a no tienes la costumbre de ponértelo, sin embargo a esa persona le preocupas, aunque no te lo dice directamente, prefiere pedírtelo usando frases como “no vaya a ser que nos pare la policía”.
¿Por qué hacemos esto? , ¿Por qué no nos concienciamos de la importancia de respetar las normas básicas de la seguridad vial? ¿Acaso nos gustaría vernos implicados en un accidente? ¿Tanta emoción te produce el riesgo de conducir rápido, con la música alta, con el móvil en la mano o con el casco de la moto en el codo?
Si nunca respetas las normas, ni tienes intención de hacerlo, sólo puedo decirte lo siguiente:
Adelante, suicida, sigue conduciendo mal, pero por favor, cúlpate, y mucho, cuando alguien muera o quede malherido por tu culpa. Tú pudiste evitarlo, pero no estabas dispuesto, ahora sólo te queda el remordimiento y la culpa, ahora, por haberte saltado ese paso de peatones, esa niña murió, y tú has quedado inválido/a. Ya no puedes trabajar ni hacer esas cosas que tanto te gustaban porque vas en silla de ruedas y con un brazo menos. Ahora tu pareja lleva una gran cicatriz en la cara, que te recuerda ese odioso día cada vez que le miras… Ahora te sientes tan culpable…
Pero, al fin y al cabo, era eso lo que querías, ¿No?



Laura Ruiz Urbán, Trabajadora social en Cáritas del Socorro

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